Ayer leí una frase de un gran maestro de India que me impactó: “Si permaneces serio, no conoces el arte de vivir”, y hoy quiero compartir con ustedes mi humilde reflexión.
Muchas veces creemos que estar serios nos hace ver más responsables, más maduros o más profundos. Pero, ¿de qué sirve tanta seriedad si nos roba la alegría? ¿Si nos hace cargar la vida como un peso en lugar de disfrutarla? La oscuridad del mundo no se acaba con más rigidez, sino con más luz.
Sonreír no significa negar los problemas ni vivir en una fantasía. Es una elección, una manera de recordar que dentro nuestro siempre hay un espacio de paz y belleza, un almacén de tesoros que nunca se vacía.
Cuando nuestra mente está limpia de pensamientos negativos, cuando dejamos de criticar y empezamos a ver lo bueno en los demás, cuando nuestras palabras no lastiman sino que alivian, cuando nuestras acciones no son impulsivas ni egoístas sino generosas, entonces la vida se vuelve más liviana.
No se trata de forzar una sonrisa vacía, sino de cultivarla desde adentro. Porque cuando sonreímos de verdad, algo cambia en nosotros y también en quienes nos rodean. Nos sentimos más libres, más livianos, más conectados con la esencia de la vida.
Así que hoy te invito a probarlo: afloja la tensión, suelta un poco la seriedad y regálate una sonrisa. No porque todo sea perfecto, sino porque tú eliges cómo vivirlo. 😊